sábado, 28 de enero de 2012

III Congreso Internacional de Comisarios de Tierra Santa


Desde el lunes 30 de enero hasta el sábado 4 de febrero se celebrará en Jerusalén el III Congreso internacional de Comisarios de Tierra Santa, un evento de gran importancia que se incluye en el marco de encuentros periódicos que los comisarios de Tierra Santa realizan para compartir, actualizar e intercambiar experiencias, según se recoge en la normativa custodial. Los comisarios son figuras preciosas; se podrían definir como los «embajadores» de la Custodia de Tierra Santa y trabajan como «puentes» entre esta última y los territorios a ellos asignados, es decir, las distintas provincias a las que pertenecen. Son, por tanto, los representantes de la Custodia en el mundo y trabajan constantemente para sostenerla y ayudarla en su misión, trabajando en distintos frentes: dar a conocer y amar la Tierra Santa a través de la promoción en su territorio; organizar y animar peregrinaciones; recoger ayudas económicas y cuidar de las vocaciones orientadas a la Tierra Santa.

Los congresos internacionales son citas muy esperadas y cuidadosamente preparadas que se celebran, por decisión del Discretorio, cada 6 años y que cumplen con la importante misión de acercar la realidad de la Custodia y la de los comisarios, desarrollando y reforzando el diálogo entre las partes, intentando responder de esta forma a las respectivas expectativas. Precisamente, para intensificar estas relaciones se ha creado, hace algunos meses, la Oficina custodial para la Coordinación de los Comisarios de Tierra Santa, promovida y recomendada por el anterior Congreso internacional de Comisarios, celebrado en el año 2006. Se trata de una oficina del todo nueva en la historia de la Custodia que nace para servir de ayuda al gobierno custodial en sus relaciones con los comisarios y en la animación de los mismos y que tiene entre sus funciones principales, precisamente, la de organizar los congresos internacionales periódicos.

En el respeto a la internacionalidad, que es una característica ya histórica de la Custodia de Tierra Santa, también el Congreso de comisarios que se celebrará en breve contará con la intervención de alrededor de 110 participantes que proceden de todo el mundo y entre los que se cuentan el Ministro General de la Orden, fray José Rodríguez Carballo -que estará presente todo el tiempo que duren los trabajos del congreso-, la Curial general, la Comisión económica, la Curia custodial, los comisarios, los vicecomisarios, los expertos, colaboradores, traductores, secretarios, fotógrafos y periodistas. Un variado y complejo grupo como es el que representa la realidad franciscana en las más diveras lenguas, culturas y tradiciones, unidas sin embargo en el común empeño de servir a la Tierra Santa.

El programa de trabajo del Congreso, dividido en 21 sesiones, está enfocado a la concreción, comunicación y puesta en común de estrategias apropiadas de intervención ante algunos importantes y urgentes problemas que afecta a la Custodia y a los comisarios. Las materias a tratar comprenden algunos temas principales para los que se prevé la participación de expertos y que concluirá con la formulación de, al menos, tres preguntas que sirvan para orientar el trabajo posterior de los distintos grupos lingüísticos, que comunicarán sus propias conclusiones a la asamblea para su discusión; y otros temas secundarios que se tratarán mediante breves exposiciones encaminadas a informar sobre algunos sectores de la vida de la Custodia. 

Las lenguas previstas para el desarrollo de los trabajos son el italiano, el inglés y elespañol. Los tres temas principales que se someterán a la atención de los comisarios durante este próximo congreso internacional son: 

la situación económica de la Custodia y la contribución de los comisarios, una reflexión sobre la situación de crisis e incertidumbre económica global que hace que la Custodia de Tierra Santa tenga que afrontar aún mayores dificultades, pues las necesidades están en aumento mientras que la ayuda y los recursos tienden a disminuir; las nuevas estrategias de comunicación de la Custodia, un punto que pretende responder a las nuevas expectativas y exigencias comunicativas actuales, para las que las estrategias tradicionales ya no son suficientes y es necesario buscar nuevas modalidades comunicativas, instrumentos y contenidos originales para dar a conocer, apreciar y amar la Tierra Santa; los aspectos pastorales y prácticos de la animación de las peregrinaciones, con la elaboración de un texto que sirva de referencia, es decir, una guía de trabajo, un manual que ayude a los comisarios a la hora de poner en práctica las indicaciones del Gobierno custodial y ofrecer así un servicio de calidad a la Tierra Santa y a los peregrinos que la visitan.

En particular, un esbozo de este texto de referencia ya se envió a los comisarios con el fin de que pudieran empezar a examinarlo y volverá a ser presentado a la asamblea plenaria durante el congreso por fray Giorgio Vigna, responsable de la recién nacida Oficina para la Coordinación de los Comisarios de Tierra Santa. Los grupos lingüísticos llevarán a cabo, posteriormente, un profundo trabajo de revisión y reelaboración de dicho esbozo de la guía que, al final, será sometido a la discusión y aprobación de una comisión designada a tal efecto. Al finalizar este proceso, el texto se entregará al Discretorio para su posterior aprobación y, finalmente, se transmitirá al Ministro general de la Orden.

Además, el congreso elaborará un documento final con los trabajos realizados, -también este documento será examinado por una comisión creada para tal propósito- en el que se indicarán los puntos asumidos como funciones propias por las partes afectadas, la Custodia y los comisarios.

Sede del Congreso: Convento de San Salvador

El Convento de San Salvador se encuentra al este de la Puerta Nueva, dentro de los muros de la ciudad, la calle San Francisco 1. Entrar en la Puerta Nueva
ST. FRANCIS STREET 1
NEW GATE
P.O.B. 186
91001 Jerusalem ISRAEL

(Fuente: Custodia de Tierra Santa)

jueves, 26 de enero de 2012

III Congreso Nacional sobre Capataces y Costaleros

 Nos ha llegado la información sobre el III Congreso Nacional sobre Capataces y Costaleros, que con el patrocinio de la Universidad Pablo de Olavide y del Consejo General de Cofradías de Sevilla, se desarrollará en la capital hispalense entre el 15 y el 17 de febrero próximo.

Este es el programa a desarrollar en la sede del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla (C/ San Gregorio)
Miércoles 15 de febrero

17.00 - 17.30 PRESENTACIÓN
17.30 - 18.30 "Las cofradías andaluzas de los siglos XV y principios del XVI" Dra. D. Silvia Mª Pérez González.
18.30 - 19.30 "Pasarela Sierpes: todo sobre la moda costalera" D. Manuel Gómez y Valencia.
DESCANSO
19.30 - 20.30 "La Física de la carga de pasos" Dr. D. Luis Esquivias Fedriani.
20.30 - 21.30 "Fuentes documentales para la reconstrucción del mundo de las trabajaderas" Dr. D. Antonio López Gutiérrez.

Jueves 16 de febrero

17.00 -18.00 "Aspectos históricos, sociales y antropológicos de las cuadrillas de costaleros". D. Mariano López Montes.
18.00 - 19.00 "La motivación del costalero". Dr. D. Rafael Moreno Rodríguez.
19.00 - 19.30 DESCANSO
19.30 - 20.30 "Factores que influyen en la labor del costalero". Dr. D. Moisés Ríos Bermúdez.
20.30 - 21.30 "Los Ariza. Cien años de historia". Familia Ariza.

 
Viernes 17 de febrero

17.00 -18.00 "Influencia de los capataces y costaleros sevillanos en la Semana Santa de Jerez" D. Antonio de la Rosa Mateos.
18.00 - 19.00 "El costalero onubense: composición corporal y adecuación al trabajo". Dr. D. José Arenas Fernández. D. José Miguel Robles Romero.
19.00 - 19.30 DESCANSO
19.30 - 20.30 “Relación entre el cansancio final y la aparición de éste durante el recorrido procesional. Estudio en Portadores de Trono de Málaga”. D. José Antonio Poblete Flor.
20.30 - 21.30 "La preparación física de los costaleros y del paso: Aplicación práctica". D. David Sánchez Latorre. D. Ramón Fuentes Escalzo.
21.30-22.00 CLAUSURA

Lugar: Sede del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla 
Días: del 15 al 17 de febrero de 2012

INSCRIPCIÓN GRATUITA A TRAVÉS DEL CORREO ELECTRÓNICO: jgavgon@upo.es







Mensaje de S.S. Benedicto XVI para la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI

PARA LA XLVI JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES
“Silencio y Palabra: camino de evangelización”

Queridos hermanos y hermanas:

Al acercarse la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales de 2012, deseo compartir con vosotros algunas reflexiones sobre un aspecto del proceso humano de la comunicación que, siendo muy importante, a veces se olvida y hoy es particularmente necesario recordar. Se trata de la relación entre el silencio y la palabra: dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas. Cuando palabra y silencio se excluyen mutuamente, la comunicación se deteriora, ya sea porque provoca un cierto aturdimiento o porque, por el contrario, crea un clima de frialdad; sin embargo, cuando se integran recíprocamente, la comunicación adquiere valor y significado.

El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona. En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa. Del silencio, por tanto, brota una comunicación más exigente todavía, que evoca la sensibilidad y la capacidad de escucha que a menudo desvela la medida y la naturaleza de las relaciones. Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Una profunda reflexión nos ayuda a descubrir la relación existente entre situaciones que a primera vista parecen desconectadas entre sí, a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido. Por esto, es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de “ecosistema” que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos.

Gran parte de la dinámica actual de la comunicación está orientada por preguntas en busca de respuestas. Los motores de búsqueda y las redes sociales son el punto de partida en la comunicación para muchas personas que buscan consejos, sugerencias, informaciones y respuestas. En nuestros días, la Red se está transformando cada vez más en el lugar de las preguntas y de las respuestas; más aún, a menudo el hombre contemporáneo es bombardeado por respuestas a interrogantes que nunca se ha planteado, y a necesidades que no siente. El silencio es precioso para favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente importantes. Sin embargo, en el complejo y variado mundo de la comunicación emerge la preocupación de muchos hacia las preguntas últimas de la existencia humana: ¿quién soy yo?, ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar? Es importante acoger a las personas que se formulan estas preguntas, abriendo la posibilidad de un diálogo profundo, hecho de palabras, de intercambio, pero también de una invitación a la reflexión y al silencio que, a veces, puede ser más elocuente que una respuesta apresurada y que permite a quien se interroga entrar en lo más recóndito de sí mismo y abrirse al camino de respuesta que Dios ha escrito en el corazón humano.

En realidad, este incesante flujo de preguntas manifiesta la inquietud del ser humano siempre en búsqueda de verdades, pequeñas o grandes, que den sentido y esperanza a la existencia. El hombre no puede quedar satisfecho con un sencillo y tolerante intercambio de opiniones escépticas y de experiencias de vida: todos buscamos la verdad y compartimos este profundo anhelo, sobre todo en nuestro tiempo en el que “cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2011)

Hay que considerar con interés los diversos sitios, aplicaciones y redes sociales que pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios. En la esencialidad de breves mensajes, a menudo no más extensos que un versículo bíblico, se pueden formular pensamientos profundos, si cada uno no descuida el cultivo de su propia interioridad. No sorprende que en las distintas tradiciones religiosas, la soledad y el silencio sean espacios privilegiados para ayudar a las personas a reencontrarse consigo mismas y con la Verdad que da sentido a todas las cosas. El Dios de la revelación bíblica habla también sin palabras: “Como pone de manifiesto la cruz de Cristo, Dios habla por medio de su silencio. El silencio de Dios, la experiencia de la lejanía del Omnipotente y Padre, es una etapa decisiva en el camino terreno del Hijo de Dios, Palabra encarnada… El silencio de Dios prolonga sus palabras precedentes. En esos momentos de oscuridad, habla en el misterio de su silencio” (Exhort. ap. Verbum Domini, 21). En el silencio de la cruz habla la elocuencia del amor de Dios vivido hasta el don supremo. Después de la muerte de Cristo, la tierra permanece en silencio y en el Sábado Santo, cuando “el Rey está durmiendo y el Dios hecho hombre despierta a los que dormían desde hace siglos” (cf. Oficio de Lecturas del Sábado Santo), resuena la voz de Dios colmada de amor por la humanidad.

Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios. “Necesitamos el silencio que se transforma en contemplación, que nos hace entrar en el silencio de Dios y así nos permite llegar al punto donde nace la Palabra, la Palabra redentora” (Homilía durante la misa con los miembros de la Comisión Teológica Internacional, 6 de octubre 2006). Al hablar de la grandeza de Dios, nuestro lenguaje resulta siempre inadecuado y así se abre el espacio para la contemplación silenciosa. De esta contemplación nace con toda su fuerza interior la urgencia de la misión, la necesidad imperiosa de “comunicar aquello que hemos visto y oído”, para que todos estemos en comunión con Dios (cf. 1 Jn 1,3). La contemplación silenciosa nos sumerge en la fuente del Amor, que nos conduce hacia nuestro prójimo, para sentir su dolor y ofrecer la luz de Cristo, su Mensaje de vida, su don de amor total que salva.

En la contemplación silenciosa emerge asimismo, todavía más fuerte, aquella Palabra eterna por medio de la cual se hizo el mundo, y se percibe aquel designio de salvación que Dios realiza a través de palabras y gestos en toda la historia de la humanidad. Como recuerda el Concilio Vaticano II, la Revelación divina se lleva a cabo con “hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas” (Dei Verbum, 2). Y este plan de salvación culmina en la persona de Jesús de Nazaret, mediador y plenitud de toda la Revelación. Él nos hizo conocer el verdadero Rostro de Dios Padre y con su Cruz y Resurrección nos hizo pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la libertad de los hijos de Dios. La pregunta fundamental sobre el sentido del hombre encuentra en el Misterio de Cristo la respuesta capaz de dar paz a la inquietud del corazón humano. Es de este Misterio de donde nace la misión de la Iglesia, y es este Misterio el que impulsa a los cristianos a ser mensajeros de esperanza y de salvación, testigos de aquel amor que promueve la dignidad del hombre y que construye la justicia y la paz.

Palabra y silencio. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo. A María, cuyo silencio “escucha y hace florecer la Palabra” (Oración para el ágora de los jóvenes italianos en Loreto, 1-2 de septiembre 2007), confío toda la obra de evangelización que la Iglesia realiza a través de los medios de comunicación social.

 
Vaticano, 24 de enero 2012, fiesta de San Francisco de Sales

(Fuente: El Vaticano)

martes, 17 de enero de 2012

ORATIO, "Ayúdame a cargar mi Cruz"




    El Grupo Joven de la Hermandad ha programado una segunda convocatoria ante Jesús Sacramentado, la misma tendrá lugar el próximo viernes, 20 de enero, y como en la anterior Adoración al Santísimo, S.D.M. será expuesto en nuestra capilla ante nuestros Sagrados Titulares.

   Desde aquí invitamos a todos los cofrades y fieles a compartir con nuestros jóvenes una hora de oración ante Jesús Sacramentado, y para ayudar en la oración se ha elegido el tema: "Ayúdame a cargar mi cruz", tema muy de actualidad ya que todos podemos tener familiares que estén pasando dificultades de salud, emocionales y en estos momentos de crisis también económicas y laborales; pues como nos dijo “Pedid y recibiréis” (cfr. Mt 7, 7-12) Jesús nos anima a pedir, ya que con toda seguridad seremos escuchados, y recibiremos lo que hayamos pedido. Frente a nosotros se abre entonces una posibilidad insospechada: el cielo está atento a nuestros pedidos. Nos recuerdan las palabras del ángel de Portugal a los pastorcitos: “¡Orad! Los Corazones de Jesús y de María están atentos a vuestros pedidos”.

DIA: 20-01-2012
HORA: 20:30 - 21:30
LUGAR: Capilla Hdad. Oración en el Huerto, Comunidad Parroquial de Sta. Mª del Alcázar y San Andrés Apóstol


ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR
SEA POR SIEMPRE, BENDITO Y ALABADO

¡¡ OS ESPERAMOS A TODOS !!

lunes, 9 de enero de 2012

El éxodo de los sabios de oriente. Mons. Juan del Río Martín


“Los caminos de Dios no son los de los hombres” (Is 55,8), esto se ha revelado de una manera inaudita en la encarnación del Verbo. El nacimiento del Mesías es causa de alegría para unos y de preocupación para Herodes y las autoridades judías del momento. Vino a “los suyos y estos no lo recibieron” (Jn 1, 11), serán unos gentiles (los Magos) quienes los buscan, lo encuentran, lo adoran y le ofrecen sus dones.

En la tradición popular hispánica, estos personajes representan el gozo, la ilusión y la generosidad con nuestros niños. Sus gritos de regocijo y sus sonrisas viendo “las cabalgatas de reyes” por las calles de ciudades y pueblos de España, son signos de aquella “inmensa alegría” que inundó los corazones de estos astrólogos paganos que, según la narración del evangelista Mateo (cf. Mt 2,1-12), llegaron hasta Belén y encontraron “al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron los regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2, 11).

Desde la Ilustración se viene preconizando la desaparición de la religión y más en concreto la disolución del catolicismo, ante los avance de la secularización, los adelantos de la ciencia y el poder de la técnica. El tiempo y los hechos están demostrando que estamos ante una pura fantasía. La religión vuelve a veces de forma inesperada, el catolicismo no va en detrimento, sino todo lo contrario, se ha convertido en “la gran voz profética” ante el concurso de las naciones. Podemos decir con Th. Luckmann que: “la estructura social se ha secularizado, el individuo no”. La secularización total equivaldría simplemente a la deshumanización. Tanto en el pasado como en la actualidad, los hombres siguen siendo buscadores de Dios como lo fueron los Magos.

La historia de la Navidad fue una manifestación de Dios discreta, limitada a unos pocos, como fueron los pastores (cf. Lc 2,15-20) y los “sabios de Oriente”. A menudo sucede que son los conversos y los inesperados, los que abren caminos nuevos y fecundos a la Iglesia y a la sociedad (cf. Hch 9,26-30).

La celebración de la Epifanía de Dios a todos los pueblos es el paso del particularismo judío al universalismo cristiano. Con ellos, el discurso de Dios se hace accesible a cualquier ser humano, se han roto las barreras de la raza, nación, condición social o política. El Dios Humanado pertenece a todos, ha superado cualquier división, ha traído una misión universal de salvación para todos los hombres de buena voluntad.

¿Cómo vivir la existencia en actitud de “éxodo” como lo hicieron los Magos? ¿Cómo hallar entre tantos regalos al Regalo por excelencia que es Jesús? ¿Qué camino tomar? ¿El qué sugieren las pasiones o el qué indica la estrella que brilla en la conciencia?

Dios se revela a aquellos que lo buscan. Él se hace el encontradizo ante el más mínimo deseo del hombre. Si dices no encontrar a Dios por ninguna parte, ¿no será que has perdido la capacidad de asombro y estás cómodamente instalado en ti mismo y prefieres adorar a “otros dioses” aparentemente menos exigentes que el nacido en Belén? La fe en Dios supone una opción clara hacia una Meta. Es un “éxodo” de nuestro pequeño mundo para hallar el horizonte de lo Infinito. Es humildad de corazón para poder adorar a Aquel que nos sobrepasa.

Es necesario que alcemos la mirada de lo puramente terrenal y caduco, y busquemos los bienes del cielo que son imperecederos, que poseen luces suficientes para iluminar el sendero verdadero, y dar respuesta satisfactoria a los anhelos del corazón humano. Porque como diría san Agustín: “nos hiciste Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti” (Confesiones, I, 1, 1). ¡Este fue el recorrido espiritual de los Magos!


† Juan del Río Martín,
Arzobispo Castrense de España.

(Fuente: Arzobispado Castrense)




El éxodo de los sabios de oriente
Apuntes para la vida

lunes, 2 de enero de 2012

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS,XLV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

XLV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Domingo 1 de enero de 2012

Queridos hermanos y hermanas

En el primer día del año, la liturgia hace resonar en toda la Iglesia extendida por el mundo la antigua bendición sacerdotal que hemos escuchado en la primera lectura: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz» (Nm 6,24-26). Esta bendición fue confiada por Dios, a través de Moisés, a Aarón y a sus hijos, es decir, a los sacerdotes del pueblo de Israel. Es un triple deseo lleno de luz, que brota de la repetición del nombre de Dios, el Señor, y de la imagen de su rostro. En efecto, para ser bendecidos hay que estar en la presencia de Dios, recibir sobre sí su Nombre y permanecer bajo el cono de luz que parte de su rostro, en el espacio iluminado por su mirada, que difunde gracia y paz.

Esta es también la experiencia que han tenido los pastores de Belén, que aparecen de nuevo en el Evangelio de hoy. Han tenido la experiencia de encontrarse en la presencia de Dios, de su bendición, no en la sala de un palacio majestuoso, delante de un gran soberano, sino en un establo, delante de un «niño acostado en el pesebre» (Lc 2,16). Ese niño, precisamente, irradia una luz nueva, que resplandece en la oscuridad de la noche, como podemos ver en tantas pinturas que representan el Nacimiento de Cristo. La bendición, en efecto, viene de él: de su nombre, Jesús, que significa «Dios salva», y de su rostro humano, en el que Dios, el Omnipotente Señor del cielo y de la tierra, ha querido encarnarse, esconder su gloria bajo el velo de nuestra carne, para revelarnos plenamente su bondad (cf. Tt 3,4).

María, la virgen, esposa de José, que Dios ha elegido desde el primer instante de su existencia para ser la madre de su Hijo hecho hombre, ha sido la primera en ser colmada de esta bendición. Ella es, como la saluda santa Isabel, «bendita entre las mujeres» (Lc 1,42). Toda su vida está bajo la luz del Señor, en radio de acción del nombre y el rostro de Dios encarnado en Jesús, el «fruto bendito de su vientre». Así nos la presenta el Evangelio de Lucas: completamente dedicada a conservar y meditar en su corazón todo lo que se refiere a su hijo Jesús (cf. Lc 2,19.51). El misterio de su maternidad divina, que celebramos hoy, contiene de manera sobreabundante aquel don de gracia que toda maternidad humana lleva consigo, de modo que la fecundidad del vientre se ha asociado siempre a la bendición de Dios. La Madre de Dios es la primera bendecida y es ella quien lleva la bendición; es la mujer que ha acogido en ella a Jesús y lo ha dado a luz para toda la familia humana. Como reza la Liturgia: «Y, sin perder la gloria de su virginidad, derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro» (Prefacio I de Santa María Virgen).

María es madre y modelo de la Iglesia, que acoge en la fe la Palabra divina y se ofrece a Dios como «tierra fecunda» en la que él puede seguir cumpliendo su misterio de salvación. También la Iglesia participa en el misterio de la maternidad divina mediante la predicación, que esparce por el mundo la semilla del Evangelio, y mediante los sacramentos, que comunican a los hombres la gracia y la vida divina. La Iglesia vive de modo particular esta maternidad en el sacramento del Bautismo, cuando engendra los hijos de Dios por el agua y el Espíritu Santo, el cual exclama en cada uno de ellos: «Abbà, Padre» (Ga 4,6). La Iglesia, al igual que María, es mediadora de la bendición de Dios para el mundo: la recibe acogiendo a Jesús y la transmite llevando a Jesús. Él es la misericordia y la paz que el mundo no se puede dar por sí mismo y que es tan necesaria siempre, o más que el pan.

Queridos amigos, la paz, en su sentido más pleno y alto, es la suma y la síntesis de todas las bendiciones. Por eso, cuando dos personas amigas se encuentran se saludan deseándose mutuamente la paz. También la Iglesia, en el primer día del año, invoca de modo especial este bien supremo, y, como la Virgen María, lo hace mostrando a todos a Jesús, ya que, como afirma el apóstol Pablo, «él es nuestra paz» (Ef 2,14), y al mismo tiempo es el «camino» por el que los hombres y los pueblos pueden alcanzar esta meta, a la que todos aspiramos. Así pues, llevando en el corazón este deseo profundo, me alegra acogeros y saludaros a todos los que habéis venido a esta Basílica de San Pedro en esta XLV Jornada Mundial de la Paz: Señores Cardenales; Embajadores de tantos países amigos que, como nunca en esta ocasión comparten conmigo y con la Santa Sede la voluntad de renovar el compromiso por la promoción de la paz en el mundo; el Presidente del Consejo Pontificio «Justicia y Paz», que junto al Secretario y los colaboradores trabajan de modo especial para esta finalidad; los demás Obispos y Autoridades presentes; los representantes de Asociaciones y Movimientos eclesiales y todos vosotros, queridos hermanos y hermanas, de modo particular los que trabajáis en el campo de la educación de los jóvenes. En efecto, como ya sabéis, en mi Mensaje de este año he seguido la perspectiva educativa.

«Educar a los jóvenes en la justicia y la paz» es la tarea que atañe a cada generación y, gracias a Dios, la familia humana, después de las tragedias de las dos grandes guerras mundiales, ha mostrado tener cada vez más consciente de ello, como lo demuestra, por una parte declaraciones e iniciativas internaciones y, por otra, la consolidación en los últimos decenios entre los mismos jóvenes de muchas y diferentes formas de compromiso social en este campo. Para la Comunidad eclesial, educar para la paz forma parte de la misión que ha recibido de Cristo, forma parte integrante de la evangelización, porque el Evangelio de Cristo es también el Evangelio de la justicia y la paz. Pero la Iglesia en los últimos tiempos se ha hecho portavoz de una exigencia que implica a las conciencias más sensibles y responsables por la suerte de la humanidad: la exigencia de responder a un desafío tan decisivo como es el de la educación. ¿Por qué «desafío»? Al menos por dos motivos: en primer lugar, porque en la era actual, caracterizada fuertemente por la mentalidad tecnológica, querer no solo instruir sino educar no se puede presuponer, sino que es una opción; en segundo lugar, porque la cultura relativista plantea una cuestión radical: ¿Tiene sentido todavía educar? Y, después, ¿educar para qué?

Lógicamente no podemos abordar ahora estas preguntas de fondo, a las que ya he tratado de responder en otras ocasiones. En cambio, quisiera subrayar que, frente a las sombras que hoy oscurecen el horizonte del mundo, asumir la responsabilidad de educar a los jóvenes en el conocimiento de la verdad y en los valores fundamentales, significa mirar al futuro con esperanza. En este compromiso por una educación integral, entra también la formación para la justicia y la paz. Los muchachos y las muchachas actuales crecen en un mundo que se ha hecho, por decirlo así, más pequeño, en donde los contactos entre las diferentes culturas y tradiciones son constantes, aunque no siempre dirigidos. Para ellos es hoy más que nunca indispensable aprender el valor y el método de la convivencia pacífica, del respeto recíproco, del diálogo y la comprensión. Por naturaleza, los jóvenes están abiertos a estas actitudes, pero precisamente la realidad social en la que crecen los puede llevar a pensar y actuar de manera contraria, incluso intolerante y violenta. Solo una sólida educación de sus conciencias los puede proteger de estos riesgos y hacerlos capaces de luchar siempre y solo contando con la fuerza de la verdad y el bien. Esta educación parte de la familia y se desarrolla en la escuela y en las demás experiencias formativas. Se trata esencialmente de ayudar a los niños, los muchachos, los adolescentes, a desarrollar una personalidad que combine un profundo sentido de justicia con el respeto del otro, con la capacidad de afrontar los conflictos sin prepotencia, con la fuerza interior de dar testimonio del bien también cuando supone sacrificio, con el perdón y la reconciliación. Así podrán llegar a ser hombres y mujeres verdaderamente pacíficos y constructores de paz.

En esta labor educativa de las nuevas generaciones, una responsabilidad particular corresponde también a las comunidades religiosas. Todo itinerario de formación religiosa auténtica acompaña a la persona, desde su más tierna edad, a conocer a Dios, a amarlo y hacer su voluntad. Dios es amor, es justo y pacífico, y quien quiere honrarlo debe sobre todo comportarse como un hijo que sigue el ejemplo del padre. Un salmo afirma: «El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos … El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia» (Sal 103,6.8). Como Jesús nos ha demostrado con el testimonio de su vida, justicia y misericordia conviven en Dios perfectamente. En Jesús «misericordia y fidelidad» se encuentran, «la justicia y la paz» se besan (cf. Sal 85,11). En estos días la Iglesia celebra el gran misterio de la encarnación: la verdad de Dios ha brotado de la tierra y la justicia mira desde el cielo, la tierra ha dado su fruto (cf. Sal 85,12.13). Dios nos ha hablado en su Hijo Jesús. Escuchemos lo que nos dice Dios: Él «anuncia la paz» (Sal 85,9). La Virgen María hoy nos lo indica, nos muestra el camino: ¡Sigámosla! Y tú, Madre Santa de Dios, acompáñanos con tu protección. Amén.


(Fuente: El Vaticano)