domingo, 27 de marzo de 2022

Cartel Domingo de Ramos 2022


Querido hermano en Nuestro Señor Orando en el Huerto y su Madre y Reina del Rosario.


Como es costumbre en nuestra corporación el IV Domingo de Cuaresma o “Domingo Laetare”, cuya palabra, de raíz latina hace referencia a alegrarse (hoy el color litúrgico es el rosa), presentamos el Cartel del Domingo de Ramos 2022.


Este año las circunstancias, gracias a Dios, no son las de los dos últimos años y estamos recuperando en toda nuestra sociedad la continuidad de la vida, y así, un año más, nuestro cartel anunciador de nuestro Domingo de los Sueños, el Domingo de Ramos, ya verá la luz. Por lo que nos es grato presentarte nuestro Cartel del Domingo de Ramos 2022.


La fotografía que ilustra el cartel es obra de N. Hno Antonio J. García Cruz, la instantánea está realizada en la parte final de la calle Imagen y muestra el numeroso grupo de fieles y devotos que acompañan al Palio de María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, este bello momento, que fue recogido por Antonio, nos llama a acompañar a la Madre, que va en busca del Hijo que ora bajo el olivo de San Andrés y alentar el gran esfuerzo de la cuadrilla de costaleros del palio que en esa interminable y entrañable chicotá nos muestra su esfuerzo y amor a la Reina del Rosario.


Deseamos que este cartel sea de tu agrado y por supuesto sirva para anunciar a todos que la Cofradía estará en la calle, D.m, un año más para dar público testimonio de fe de este grupo de católicos que unidos bajo las advocaciones de Jesús Orando en el Huerto y María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, muestran sus más firmes creencias y fidelidad a la Santa Madre Iglesia.

El autor de este bellísimo cartel nos ha realizado un breve comentario del mismo que a continuación os reproducimos:

Ante un nuevo cartel anunciador de la procesión de penitencia de nuestra querida cofradía, protagonizado por Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, no puedo evitar echar la vista atrás a la última vez que Ella lo ilustraba. Fue hace dos años, Sábado de Ramos por la noche, “cuando se suele cerrar nuestro Templo, una vez preparados los dos pasos para su salida penitencial” sólo que, como es sabido –y sufrido- por todos, aquella noche los pasos permanecían en su cochera, nuestros Titulares en la parroquia y cada uno en nuestra casa. Llevábamos ya casi tres semanas de duro confinamiento y nos disponíamos a vivir una Semana Santa como nunca: “de templos y calles vacíos”. Recuerdo las retransmisiones desde San Andrés y las imágenes de nuestro párroco, don Domingo, celebrando la Eucaristía en soledad a través de las redes sociales, la del Domingo de Ramos desde la capilla de nuestra cofradía, y los hermanos solos también pero unidos a través de la tecnología en la oración. Aquel cartel mostraba una fotografía nocturna de la Virgen iniciando la cuesta arriba de la calle San Francisco tras el saludo a la Soledad. “Es de noche, pero de su palio, perfecto prisma abierto por sus cuatro costados, emana la cálida luz de la cera que acaricia suavemente su dulce rostro en llanto, las flores blancas que la perfuman y la regia plata de los varales. De ellos y de sus benditas manos penden multitud de rosarios, rosarios que nos ofrece y que no son otra cosa que una invitación para unirnos todos nosotros, penitentes y cofrades, en la oración”, escribí por aquel entonces.

Dos años después tantas cosas han pasado... La Semana Santa del año 2021 tampoco hubo procesiones, pero los baezanos sí pudieron acercarse a las iglesias y vivir momentos íntimos ante la presencia de las sagradas imágenes en los altares que las cofradías y hermandades montaron de forma extraordinaria. Seguimos a lo largo del año conviviendo con el covid-19 en nuestro día a día, sufriendo confinamientos y cuarentenas, llevando la mascarilla o trabajando desde casa.

Esta Semana Santa de 2022, sin embargo, se presenta como la del retorno a las calles y para este cartel he seleccionado una fotografía que pretende conectar y ser continuación a la del comienzo de la pandemia. Ahora el palio se encuentra en la parte más alta y estrecha de la calle Imagen, junto al convento de la Encarnación, después de haber subido toda la cuesta. Continúa siendo de noche y la Virgen nos sigue ofreciendo esos rosarios que penden de sus inmaculadas manos. Parece que los momentos más severos de la pandemia ya hubieran pasado cuando, además de los problemas y dificultades individuales, nos encontramos en plena guerra de Ucrania, la cual va a significar un antes y un después en el orden mundial. No voy a ahondar en este asunto, que daría para muchas páginas. Entre toda esta oscuridad que nos envuelve, allí está María, el ancla en la tempestad y la luz de la esperanza.

Ojalá este cartel sea del gusto de los hermanos del Huerto y que os anime e ilusione con un reencuentro con nuestra añorada forma de vivir la Pascua, la cual dé paso en toda su extensión a una nueva primavera.

Antonio J. García


¡¡OS ESPERAMOS A TODOS PARA LA PROCESIÓN PENITENCIAL!!
¡¡ESTE DOMINGO DE RAMOS PASEEMOS NUESTRA FE POR BAEZA!!


NON MEA VOLVNTAS SED TVA FIAT
REGINA SACRATISSIMI ROSARII, ORA PRO NOBIS!

sábado, 26 de marzo de 2022

Bendición de la nueva Túnica para el Señor



Queridos hermanos en Nuestro Señor Orando en el Huerto y su Bendita Madre y Reina del Rosario.


Nos ponemos en contacto contigo para informarte que hace apenas unos minutos, en el transcurso de la Fiesta Principal de Estatutos de nuestra corporación, nuestro Capellán D. Domingo ha procedido con el rito de bendición de la nueva túnica, regalada por hermanos, para el Soberano de San Andrés.

La nueva vestidura de nuestro Señor ha sido realizada en los talleres del bordador baezano Manuel Lozano Pozo, bajo el diseño del también baezano Pedro Antonio Cruz Mayenco, así podemos describir el hábito, en palabras del propio bordador como: 


"Esta nueva túnica se caracteriza por el empleo de unos materiales de gran riqueza.

El diseño es realizado por Pedro Antonio Cruz Mayenco, en donde podemos apreciar algunos elementos identificativos de la imagen de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto de los Olivos, como es el caso de los dos medallones centrales del pecho y bajo qué corresponde a la cruz trinitaria y a la cruz de San Andrés, así como el empleo de las ramas de olivo por toda la túnica.


Respecto al bordado está túnica ha sido bordada en oro fino a realce y sobre terciopelo burdeos de Lyon de seda, utilizando las técnicas tradicionales del bordado en oro como es la cartulina, cetillo, ladrillo, media onda, lentejuleado, entre otras."


Os dejamos aquí una pequeña galería con  algunas fotos:





Con esta donación, el ajuar del Señor y el patrimonio de la Cofradía se ve ricamente incrementado, que el Señor que ora bajo un olivo en Getsemaní proteja y bendiga cada día a nuestros hermanos que han querido regalar al Soberano de San Andrés esta rica obra bordada. ¡Gracias hermanos!

NON MEA VOLVNTAS SED TVA FIAT
REGINA SACRATISSIMI ROSARII, ORA PRO NOBIS!

domingo, 20 de marzo de 2022

Solemne Fiesta Principal de Estatutos

 Solemne Fiesta Principal de Estatutos

Queridos hermanos en Nuestro Señor Orando en el Huerto y su Bendita Madre y Reina del Rosario.

Nos ponemos en contacto contigo para informarte que el próximo sábado, 26 de marzo del año del Señor de 2021, se celebrará la Solemne Fiesta Principal de Estatutos.

Se iniciará con el rezo del Santo Rosario a las 19:00 h y con el Sacramento de la Confesión.

A las 19:30 h. se oficiará la Santa Misa, presidida por Rvdo. Sr. D. Domingo Antonio Pérez Fernández, párroco de Santa María del Alcázar y San Andrés Apóstol y Capellán de Nuestra Hermandad. La Capilla Musical estará a cargo de N.Hno. D. Francisco Lázaro Perales.

En el transcurso de la Santa Misa será bendecida la nueva túnica para Nuestro Señor, ricamente realizada en los talleres de bordado del baezano Manuel Lozano Pozo, y que ha sido donada por una familia hermana y devota de nuestra corporación. Desde aquí le agradecemos a nuestros hermanos donantes su gentil gesto y pedimos a nuestros Sagrados Titulares los proteja. ¡Gracias, hermanos!

Al finalizar la misma se cantará la Salve a María Stma. del Rosario en sus Misterios Dolorosos y tendrá lugar devota Veneración a Nuestro Señor Orando en el Huerto.


NON MEA VOLVNTAS SED TVA FIAT
REGINA SACRATISSIMI ROSARII, ORA PRO NOBIS!

sábado, 12 de marzo de 2022

LUZ PARA TU ROSARIO 2022

Luz para tu Rosario
Querido hermano en Nuestro Señor Orando en el Huerto y su Madre y Reina del Rosario.

Desde hace ya unas semanas los trabajos y preparativos comienzan a intensificarse, toda ayuda es poca. Y así, como el año pasado, os volvemos a lanzar a vosotros, cofrades, la iniciativa que tuvo un grupo de hermanos y devotos:

Operación "LUZ PARA TU ROSARIO 2022"

Desde aquí, os invitamos a participar en la compra de la cera para el palio de María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, puedes colaborar adquiriendo una o varias velas, las cuales os serán entregadas (si así lo deseas) al finalizar la Semana Santa.

Estos son los cirios que completan la candelería de Nuestra Madre:

  2 codales a 14 €
  8 codales a 12 €
14 codales a 10€
12 codales a 8€
26 codales a 5€

MISTERIO:
30 codales a 5€

Esperamos con vuestra colaboración, al igual que en los anteriores años, poder cubrir el 100% de la candelería.

¡Participemos colaborando e iluminando a nuestra Madre con una pequeña ayuda!

En el caso que la donación de la vela esté cubierta, ese dinero irá destinado al exorno floral, y así se hará saber al donante.

Aquellos hermanos y devotos que lo deseen, por favor por mensaje privado de Whatsapp a:
N. Hno. Manuel Quesada 648264075


NON MEA VOLVNTAS SED TVA FIAT
REGINA SACRATISSIMI ROSARII, ORA PRO NOBIS!

martes, 1 de marzo de 2022

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2022


Queridos hermanos en Nuestro Señor Orando en el Huerto y su Madre y Reina del Rosario.

Como todos los años en víspera de la Santa Cuaresma, el Santo Padre nos transmite su mensaje para que tengamos una profunda reflexión en este tiempo de preparación.

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2022

«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo.
Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a)



Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado. Para nuestro camino cuaresmal de 2022 nos hará bien reflexionar sobre la exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a).

1. Siembra y cosecha

En este pasaje el Apóstol evoca la imagen de la siembra y la cosecha, que a Jesús tanto le gustaba (cf. Mt 13). San Pablo nos habla de un kairós, un tiempo propicio para sembrar el bien con vistas a la cosecha. ¿Qué es para nosotros este tiempo favorable? Ciertamente, la Cuaresma es un tiempo favorable, pero también lo es toda nuestra existencia terrena, de la cual la Cuaresma es de alguna manera una imagen [1]. Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir, como muestra la parábola evangélica del hombre necio, que consideraba que su vida era segura y feliz porque había acumulado una gran cosecha en sus graneros (cf. Lc 12,16-21). La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir.

El primer agricultor es Dios mismo, que generosamente «sigue derramando en la humanidad semillas de bien» (Carta enc. Fratelli tutti, 54). Durante la Cuaresma estamos llamados a responder al don de Dios acogiendo su Palabra «viva y eficaz» (Hb 4,12). La escucha asidua de la Palabra de Dios nos hace madurar una docilidad que nos dispone a acoger su obra en nosotros (cf. St 1,21), que hace fecunda nuestra vida. Si esto ya es un motivo de alegría, aún más grande es la llamada a ser «colaboradores de Dios» (1 Co 3,9), utilizando bien el tiempo presente (cf. Ef 5,16) para sembrar también nosotros obrando el bien. Esta llamada a sembrar el bien no tenemos que verla como un peso, sino como una gracia con la que el Creador quiere que estemos activamente unidos a su magnanimidad fecunda.

¿Y la cosecha? ¿Acaso la siembra no se hace toda con vistas a la cosecha? Claro que sí. El vínculo estrecho entre la siembra y la cosecha lo corrobora el propio san Pablo cuando afirma: «A sembrador mezquino, cosecha mezquina; a sembrador generoso, cosecha generosa» (2 Co 9,6). Pero, ¿de qué cosecha se trata? Un primer fruto del bien que sembramos lo tenemos en nosotros mismos y en nuestras relaciones cotidianas, incluso en los más pequeños gestos de bondad. En Dios no se pierde ningún acto de amor, por más pequeño que sea, no se pierde ningún «cansancio generoso» (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 279). Al igual que el árbol se conoce por sus frutos (cf. Mt 7,16.20), una vida llena de obras buenas es luminosa (cf. Mt 5,14-16) y lleva el perfume de Cristo al mundo (cf. 2 Co 2,15). Servir a Dios, liberados del pecado, hace madurar frutos de santificación para la salvación de todos (cf. Rm 6,22).

En realidad, sólo vemos una pequeña parte del fruto de lo que sembramos, ya que según el proverbio evangélico «uno siembra y otro cosecha» (Jn 4,37). Precisamente sembrando para el bien de los demás participamos en la magnanimidad de Dios: «Una gran nobleza es ser capaz de desatar procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra» (Carta enc. Fratelli tutti, 196). Sembrar el bien para los demás nos libera de las estrechas lógicas del beneficio personal y da a nuestras acciones el amplio alcance de la gratuidad, introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los benévolos designios de Dios.

La Palabra de Dios ensancha y eleva aún más nuestra mirada, nos anuncia que la siega más verdadera es la escatológica, la del último día, el día sin ocaso. El fruto completo de nuestra vida y nuestras acciones es el «fruto para la vida eterna» (Jn 4,36), que será nuestro «tesoro en el cielo» (Lc 18,22; cf. 12,33). El propio Jesús usa la imagen de la semilla que muere al caer en la tierra y que da fruto para expresar el misterio de su muerte y resurrección (cf. Jn 12,24); y san Pablo la retoma para hablar de la resurrección de nuestro cuerpo: «Se siembra lo corruptible y resucita incorruptible; se siembra lo deshonroso y resucita glorioso; se siembra lo débil y resucita lleno de fortaleza; en fin, se siembra un cuerpo material y resucita un cuerpo espiritual» (1 Co 15,42-44). Esta esperanza es la gran luz que Cristo resucitado trae al mundo: «Si lo que esperamos de Cristo se reduce sólo a esta vida, somos los más desdichados de todos los seres humanos. Lo cierto es que Cristo ha resucitado de entre los muertos como fruto primero de los que murieron» (1 Co 15,19-20), para que aquellos que están íntimamente unidos a Él en el amor, en una muerte como la suya (cf. Rm 6,5), estemos también unidos a su resurrección para la vida eterna (cf. Jn 5,29). «Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre» (Mt 13,43).

2. «No nos cansemos de hacer el bien»

La resurrección de Cristo anima las esperanzas terrenas con la «gran esperanza» de la vida eterna e introduce ya en el tiempo presente la semilla de la salvación (cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, 3; 7). Frente a la amarga desilusión por tantos sueños rotos, frente a la preocupación por los retos que nos conciernen, frente al desaliento por la pobreza de nuestros medios, tenemos la tentación de encerrarnos en el propio egoísmo individualista y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Efectivamente, incluso los mejores recursos son limitados, «los jóvenes se cansan y se fatigan, los muchachos tropiezan y caen» (Is 40,30). Sin embargo, Dios «da fuerzas a quien está cansado, acrecienta el vigor del que está exhausto. […] Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, vuelan como las águilas; corren y no se fatigan, caminan y no se cansan» (Is 40,29.31). La Cuaresma nos llama a poner nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor (cf. 1 P 1,21), porque sólo con los ojos fijos en Cristo resucitado (cf. Hb 12,2) podemos acoger la exhortación del Apóstol: «No nos cansemos de hacer el bien» (Ga 6,9).

No nos cansemos de orar. Jesús nos ha enseñado que es necesario «orar siempre sin desanimarse» ( Lc 18,1). Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa. Con la pandemia hemos palpado nuestra fragilidad personal y social. Que la Cuaresma nos permita ahora experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin el cual no podemos tener estabilidad (cf. Is 7,9). Nadie se salva solo, porque estamos todos en la misma barca en medio de las tempestades de la historia [2]; pero, sobre todo, nadie se salva sin Dios, porque sólo el misterio pascual de Jesucristo nos concede vencer las oscuras aguas de la muerte. La fe no nos exime de las tribulaciones de la vida, pero nos permite atravesarlas unidos a Dios en Cristo, con la gran esperanza que no defrauda y cuya prenda es el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo (cf. Rm 5,1-5).

No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida. Que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado. No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar [3]. No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 166). Uno de estos modos es el riesgo de dependencia de los medios de comunicación digitales, que empobrece las relaciones humanas. La Cuaresma es un tiempo propicio para contrarrestar estas insidias y cultivar, en cambio, una comunicación humana más integral (cf. ibíd., 43) hecha de «encuentros reales» ( ibíd., 50), cara a cara.

No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo. Durante esta Cuaresma practiquemos la limosna, dando con alegría (cf. 2 Co 9,7). Dios, «quien provee semilla al sembrador y pan para comer» (2 Co 9,10), nos proporciona a cada uno no sólo lo que necesitamos para subsistir, sino también para que podamos ser generosos en el hacer el bien a los demás. Si es verdad que toda nuestra vida es un tiempo para sembrar el bien, aprovechemos especialmente esta Cuaresma para cuidar a quienes tenemos cerca, para hacernos prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida (cf. Lc 10,25-37). La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar —y no evitar— a quien está necesitado; para llamar —y no ignorar— a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar —y no abandonar— a quien sufre la soledad. Pongamos en práctica el llamado a hacer el bien a todos, tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 193).

3. «Si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos»

La Cuaresma nos recuerda cada año que «el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día» (ibíd., 11). Por tanto, pidamos a Dios la paciente constancia del agricultor (cf. St 5,7) para no desistir en hacer el bien, un paso tras otro. Quien caiga tienda la mano al Padre, que siempre nos vuelve a levantar. Quien se encuentre perdido, engañado por las seducciones del maligno, que no tarde en volver a Él, que «es rico en perdón» (Is 55,7). En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda. Tenemos la certeza en la fe de que «si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos» y de que, con el don de la perseverancia, alcanzaremos los bienes prometidos (cf. Hb 10,36) para nuestra salvación y la de los demás (cf. 1 Tm 4,16). Practicando el amor fraterno con todos nos unimos a Cristo, que dio su vida por nosotros (cf. 2 Co 5,14-15), y empezamos a saborear la alegría del Reino de los cielos, cuando Dios será «todo en todos» (1 Co 15,28).

Que la Virgen María, en cuyo seno brotó el Salvador y que «conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2,19) nos obtenga el don de la paciencia y permanezca a nuestro lado con su presencia maternal, para que este tiempo de conversión dé frutos de salvación eterna.

Roma, San Juan de Letrán, 11 de noviembre de 2021, Memoria de san Martín de Tours, obispo.



FRANCISCO




[1] Cf. S. Agustín, Sermo, 243, 9,8; 270, 3; Enarrationes in Psalmos, 110, 1.

[2] Cf. Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia (27 de marzo de 2020).

[3] Cf. Ángelus del 17 de marzo de 2013.